Crónicas de Mercado: Chinene, un gran árbol que no es aguacate

Por: Isis Samaniego

Al llegar a casa del abuelo, lo más sobresaliente de la casucha de madera era ese gran árbol con el cual mis ojos se entretenían en pensar quién lo pondría en ese sitio; tronco enorme sobresalía en un hueco a media casa. Cada verano era festivo al ir a cosechar los chinenes, se contrataban varios chamacos con sus horquetas y ganchos para bajar los frutos de este gigante tan allegado a la familia.

En Veracruz, la zona denominada altas montañas, donde la Sierra Madre Oriental nos toca, si en algo se distingue de otros hábitats es en su flora y su fauna, dentro de los bosques mesófilos que corresponde a la zona Córdoba – Orizaba, Huatusco – Xalapa, hay infinidad de aguacates, chayotes de distintas variedades, naranjas de todos tamaños y sabores, tantas y tantas flores y frutos que este espacio no alcanzaría para abordar ni un pequeño porcentaje de ellos, en esta crónica nos abocaremos a hablar de este primo hermano del aguacate (Persea americana me).

El Chinene (Persea schiedeana Ness) en sí mismo es un fruto de un árbol más grande y de gran fronda, el árbol es rugoso de entre 10 y 20 mts y el fruto es una especie de gota de apariencia tal vez hasta áspera, suele haberlos de color verde, café, morado y hasta negro, al comerlos su consistencia es fibrosa, de color crema a blanco con un sabor exquisito y  acremado; en el estado de Puebla se le conoce como Pahua, en la región de Tabasco como Chinin. En estudios recientes se ha confirmado que su aceite tiene más antioxidantes que un aceite de oliva y otras plantas oleicas, sin embargo, como es un producto local y aún no se cosecha para lo comercial, es muy cara su extracción.

En los mercados de la región se puede encontrar a partir del mes de julio, usualmente se come con tortillas de maíz en tacos o acompañado de unos frijolitos y chiles serranos, se dice que su hueso hervido sirve para desechar algunos parásitos intestinales; la siembra de este fruto hoy día está por desaparecer, ya que su ingesta es poco conocida y sólo se consume en los pueblos de la montaña cuando se le ve entre los productos que traen las señoras de la sierra.

Si usted tiene tiempo de recorrer los mercados de su estado, dese una vuelta por las rancherías, en ellas puede encontrar frutos y frutas que ya no son reconocidas por las nuevas generaciones, pero nos toca a nosotros, los originarios de estos lugares, hacerlos llegar al oído o, si se puede, a la boca de ellos y de la gente que gusta de la comida buena y sana.

Sería importante que se reconozca la importancia que tienen estos productos dentro de los hábitos alimenticios que estamos perdiendo por la falta de tiempo tanto de cocinar como de sembrar otras variedades de aguacate, en México hay más de veinte especies de estos y el Chinene o Pahua es endémico de los bosques altos y casi siempre acompaña a los cafetales como árbol de sombra además de procurarnos calorías, proteínas, lípidos y vitamina A, así como calcio y otros minerales. Se lo recomiendo ya que es riquísimo combinarlo con un pico de gallo y frijoles de la olla; y olvídese de la falsa promesa del Fast food de comer menos carbohidratos por pocos pesos, ya lo dice un comercial, lo barato al final del día sale caro.

*Isis Samaniego (Rio Blanco, Veracruz, sept/77). Estudió la maestría en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma de Tlaxcala, y Artes y Administración en la Universidad Veracruzana. Es miembro fundador de Ediciones Ají y miembro del colectivo Adictos a la Poesía de Xalapa, Veracruz. Ha publicado cuento y poesía en diversos medios. Su último libro, Jacaranda, fue editado por el Instituto Tecnológico Autónomo de México. Colabora con el convivium Slow Food Puebla-Cholula Gastronómica.

El libro “Arca del Gusto en México. Productos. saberes e historias del patrimonio gastronómico” está ya disponible en versión impresa: más información aquí.

Isis Samaniego (Rio Blanco, Veracruz, sept/77). Estudió la maestría en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma de Tlaxcala, y Artes y Administración en la Universidad Veracruzana. Es miembro fundador de Ediciones Ají y miembro del colectivo Adictos a la Poesía de Xalapa, Veracruz. Ha publicado cuento y poesía en diversos medios. Su último libro, Jacaranda, fue editado por el Instituto Tecnológico Autónomo de México. Colabora con la Comunidad Slow Food  Guardianes de Sabores en Cholula.