Crónicas de Mercado: Cuajilote, Pepino de monte o Chote
Por: Isis Samaniego
Andando de pata de perro por la Sierra Norte de Puebla y antes de pisar la región del Totonacapan (Papantla, Ver.), llegué a un río ancho y de poca corriente, un río aún limpio donde se transparentaban piedras de diversos tamaños, volaban en rededor abejorros, jicotes y otros animalillos. Este río es, al parecer, una frontera natural entre los dos estados, y es conocido como Zempoala. El invierno estaba por terminar y el nivel de presión y corriente era muy bajo, así pudimos meternos a escoger una que otra piedra para el recuerdo, tratar de pescar charales poco apetitosos y refrescarnos, pues esta región es calurosa aún en esas fechas. Para la hora de la comida nos fuimos al mercadillo del pueblo.
Después de empacar una docena de antojitos, fuimos a la huerta de un conocido en La Ceiba, un pueblo de paso, en una de las fincas donde caímos para tomarnos un café ligero de la región de Xicotepec de Juárez. La casa era un lugar sombreado con árboles pequeños y palmeras, de entre esos arbustos hubo uno que me llamó la atención: haga de cuenta mi estimada lectora, lector, que se trataba de un árbol del cual colgaban chiles… ya desde ahí mi atención toda se fue con este personaje que poblaba el cortijo donde estábamos tomando el fresco, resultó ser un fruto que no conocía y que tampoco había probado.
El cuajilote (Parmenteria edulis o aculata, DC.) es una planta americana de la familia de las bignoniáceas, que son plantas fanerógamas, dicotiledóneas y gamopétalas superováricas que comprenden árboles y arbustos, casi todos ellos propios de los países tropicales, pueden ser volubles y otros trepadores. Su fruto es parecido al jícaro o al estropajo silvestre, solo que este es un árbol pequeño, cuyas flores son de olor poco agradable, de color verde violáceo y se desarrollan en el tronco y ramas principales, pertenecen a la familia de las gamosépalas (dícese del cáliz que tiene los pétalos soldados entre sí, en oposición a los dialisépalos que tiene los pétalos libres). Se le conoce como cuachilote y chote en Tamaulipas y San Luis Potosí; guetoxiga en Oaxaca; quauhxiloth y kat en Yucatán; turi, en Chiapas, y cuajilote y cuajxilutl en Morelos.
Cuajilote en Agricultura, Zootecnia y Veterinaria. Tomo I. Ediciones Herrerías 1942
El árbol llega a medir entre 4 y 5 metros, aunque puede alcanzar un máximo de 15; el tronco es grueso y leñoso con ramas numerosas, cada hoja está dividida en cinco hojuelas de color verde claro, el soporte que las une al tallo tiene alas y en la base de cada hoja tiene espinas; este fruto es parecido a una mazorca de cacao criollo, aunque más larga y delgada, por lo regular miden entre 20 y 30 cms; es muy parecido al pepino, de color verde amarillento. Es comestible aunque su ingesta es poco conocida, y tal vez hasta nula, en algunos lugares se come asado y preparado en té. Referencias de gastronomía chiapaneca dicen que el cuajilote o turi se puede comer crudo o cocido; cuando es cocido se prepara relleno de carne y maduro se prepara en dulce.
Se usa para tratar el dolor del riñón, padecimiento más común para el cual se emplea esta especie, y su uso se registra en algunos estados del centro de la República Mexicana (Estado de México, Ciudad de México, Hidalgo y Puebla). Para tratar esta enfermedad se puede emplear el fruto, la raíz, la corteza, o las flores preparados en forma de té. En algunos casos, el fruto junto con las semillas, se asan y se comen (Estado de México).
Igualmente es empleado en otros padecimientos, como cálculos en las vías urinarias; en este caso se muele el fruto, se cuela, y se ingiere el extracto así obtenido. Para tratar el mal de orín en los niños, se prepara una infusión de la corteza o la raíz, y se toma como agua de tiempo. Además es laxante, diurético y se usan sus flores en infusión caso de asma, carraspera, gripa y tos. Recientemente se le han descubierto propiedades para el control de la diabetes.
Platicando con gente de la región, me comentaron que este fruto regularmente se hierve con piloncillo y se mastica, ya que todo el fruto es corrioso y afibrado; otros tantos me dicen que sirve para darle de comer a las bestias y los más que se usa como arbusto ornamental en los jardines.
Pues ya con algunos frutos que nos regaló don Raúl y después de charlar el cómo prepararlos, nos dimos a la tarea de traernos unos cuantos cuajilotes para comprobar el sabor y consistencia de la fruta; ya hervida y endulzada con mascabado sabe a algo entre camote y chayote, tal vez su ingesta me recordó más al centro de un chayote por su consistencia fibrosa, tiene poca pulpa comestible pero es rico; muy recomendado para quien no quiere subir de peso con los postres.
Isis Samaniego (Rio Blanco, Veracruz, sept/77). Estudió la maestría en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma de Tlaxcala, y Artes y Administración en la Universidad Veracruzana. Es miembro fundador de Ediciones Ají y miembro del colectivo Adictos a la Poesía de Xalapa, Veracruz. Ha publicado cuento y poesía en diversos medios. Su último libro, Jacaranda, fue editado por el Instituto Tecnológico Autónomo de México. Colabora con la Comunidad Slow Food Guardianes de Sabores en Cholula.