Crónicas de Mercado: Gasparitos o Pichocos.

Por: Isis Samaniego

El calor trepidante durante los días de primavera empieza con el día y sube, sube, hasta que se agota por sí mismo; sentado bajo la sombra de un árbol de colorín (Eritrina Coralloides) busco refrescarme contando uno a uno estos frijoles rojos que son un alcaloide venenoso, su ingesta puede producir severos daños a la salud, ya que ataca los nervios motores produciendo parálisis y hasta la muerte si no se atiende a tiempo; antiguamente se le requería como planta de sombra para el cafetal y el cacao. También conocido como Iquimite este árbol, de no más de diez metros de altura, crece desde Nuevo León hasta la costa de Yucatán y cuya madera es empleada para el trabajo artesanal, de donde nacen máscaras y con sus frutos se elaboran esferas rojas perfectas.

Pero dejemos de lado al árbol, nos ubicaremos en sus flores que son las que nos trae a cuento toda esta charla con doña Ofelia, que hace unos ricos gasparitos o pichocos, conocidos así en la Sierra Norte del estado de Puebla, y que son un complemento alimenticio desde la antigua Tenochtitlan ya que los emperadores los consumían en sus dietas.

A este tipo de vaina, se le quita la cabeza y se le pone a hervir con sal y cebolla, posteriormente se puede capear con huevo para comerlos en croquetas con caldillo de jitomate, claro que en la Sierra Norte hay platillos variados con esta flor, por ejemplo se hace una especie de adobo con chile guajillo, o fritas sólo con ajo son una delicia. También están los gasparitos en torta, riquísimos acompañados de sus respectivos frijoles refritos y tortillas de mano, un placer que de pronto sólo paladea la gente del pueblo. En lo particular, agradezco ese ente intangible que es el sazón y que a la doña se le sale hasta en zarandear la tortilla en manteca.

Pero abundemos más en el famoso colorín para saber que desde el siglo XVII ya lo reporta el código florentino sólo como planta de ornato, sin embargo al principio del siglo XX ya se encuentran estudios serios sobre los alcaloides (más de 30) que contiene y, como dijimos al inicio, es un narcótico poderoso que se usa para contrarrestar el dolor de muelas. La corteza o las hojas se exprimen en la boca de los niños produciendo sueño y descanso, también se decía que tomado como agua de tiempo con un trozo de raspa, controlaba las hemorragias vaginales anormales, de igual forma en infusión con flores de azahar, raíz de zapote prieto y lima real, se daba como remedio para el insomnio; también coadyuva a contrarrestar el mal de orín, mal de ojo y para la infertilidad femenina. Dentro de toda esta variante de remedios, habría que tener cautela en su uso, ya que paraliza los músculos esqueléticos e inhibe la transmisión de impulsos nerviosos; además de trastornos visuales y parálisis respiratoria, llegando a producir muerte por asfixia. Así que aquí aplica el comercial de si hay molestias por el uso de estos auxilios herbolarios, mejor consulte a su médico.

Hay dos especies de esta planta, una crece en los lugares húmedos y templados (E. Coralloides) y otra en las zonas cálidas (E. Americana), sin embargo las flores son las mismas, éstas crecen en racimos de forma piramidal y vainas comprimidas, florean en los meses de febrero a mayo y pueden crecer a más de 1200 mts sobre el nivel del mar.

En Veracruz y Puebla aún se consume en los pueblos, ya que en las ciudades se ha perdido el hábito de visitar los mercados, ignorando a los pequeños productores y perdiendo una parte importante de nuestra cultura gastronómica, la cual debemos rescatar para la delicia y el conocimiento de las nuevas generaciones.

Isis Samaniego (Rio Blanco, Veracruz, sept/77). Estudió la maestría en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma de Tlaxcala, y Artes y Administración en la Universidad Veracruzana. Es miembro fundador de Ediciones Ají y miembro del colectivo Adictos a la Poesía de Xalapa, Veracruz. Ha publicado cuento y poesía en diversos medios. Su último libro, Jacaranda, fue editado por el Instituto Tecnológico Autónomo de México. Colabora con la Comunidad Slow Food  Guardianes de Sabores en Cholula.