Crónicas de Mercado: Tepejilote
Por: Isis Samaniego
Primero que nada he de confesar mi gusto por los lugares fríos, sin embargo no puedo negar que el clima cálido y la humedad nos dan muchísimas frutas y verduras que han sido quienes han sacado adelante a sus pueblos; han hecho posible salir de repente un día cualquiera al solar y decir ¿Qué comeremos hoy? Así mi madre se lo preguntaba cuando éramos peques, recuerdo que lo primero era echarle un ojo a la tierra y después un ojo a los árboles, buscarle diría la abuela. En la zona centro-sur del estado de Veracruz que colinda con el estado de Oaxaca se comparten climas y sabores. El manejo que hacen los habitantes de estas comunidades indígenas se da de manera tradicional, para no alterar el proceso natural del ecosistema, por ello es importante que cuando nos encontremos en los mercados con ellos, intentemos pagar un precio justo por sus productos.
En esta entrega hablaremos de una palma que produce una inflorescencia comestible y es muy valorada por su fibra: El Tepejilote o Pacaya; en el estado de Veracruz hay por lo menos 17 variedades de palmas entre ellas las más conocidas y que se consumen a nivel local son tres: Chamaedorea Sarstorii, Chamaedorea Elegans y Chamaedorea Tepejilote: las palmas son plantas monocotiledóneas leñosas hay entre 2,600 especies que se reparten en 200 géneros, que se distribuyen ampliamente en los climas húmedos del planeta y alcanzan sus máxima abundancia en los trópicos, el género Chamaedorea es endémico de las regiones templadas y tropicales de América y hasta ahora se han identificado 133 especies de las cuales alrededor de 50 se desarrollan en México, en las zonas selváticas de Chiapas, Veracruz, Oaxaca, Tabasco, Tamaulipas, Yucatán, Campeche y Quintana Roo.
El nombre tepejilote proviene de una raíz náhuatl, que significa espiga de monte, es una flor muy parecida a la espiga de maíz y es comestible, es una planta de origen prehispánico que se encontró en Mesoamérica, donde poco a poco se fue domesticando para su consumo, es una palma de entre 3 y 5 metros de altura. Hay que cortarlos cuando estén tiernos; la gente de estas regiones sabe bien cuándo empezar el corte, porque si la flor ya está madura es amarga; la flor está envuelta en forma de un pequeño sable. Recuerdo que yo los agarraba para jugar espadazos con mis primos en el solar, pasábamos horas de diversión hasta que la abuela nos reprendía por echar a perder la comida, y nosotros ni enterados de qué se trataba. En Oaxaca, los chinantecos durante milenios la han consumido y, han de saber mis estimados lectores, que en la región de la sierra norte de Oaxaca es donde se consume la mayor cantidad de esta flor.
Cada región tiene sus modos y formas para comerlos, en algunos lugares se consume solo poniéndola a las brasas con todo y cascara, otros las capean como si fueran tortitas, es ideal para comerla en ensalada con sal y limón; en Centro América la rellenan de queso y la hacen en curtidos también, mi abuela las preparaba solo con huevo, cortaba las espigas en trocitos, las hervía para quitarles lo amargo, tiraba el agua y nuevamente las hervía con un poco de sal, para entonces ya estaba batido el huevo, y ¡zas, listo! Quedaba el almuerzo al medio día con una salsita macha y tortillas calientitas.
Algunos nutriólogos plantean que su valor alimenticio es alto, es una fuente de vitaminas y minerales, como hierro, calcio, fósforo y sobre todo fibra, los nutricionistas dicen que es mejor comerla a las brasas porque la cubierta protege sus propiedades alimenticias; en Guatemala, El Salvador y Honduras es un alimento tradicional de fuerte arraigo, cabe destacar que el tepejilote en México es usado en medicina tradicional contra la diabetes y está confirmado como una planta hipoglicemiante; en un estudio de la Universidad del Atlántico de Colombia y el Centro de Investigación de productos naturales de Guatemala, se evaluó la actividad de esta palma en la enfermedad con el extracto acuoso liofilizado de las inflorescencias masculinas de la Chamaedorea Tepejilote Liebm; en ratones normoglucémicos con resultados positivos.[1]
Habrá que recordar siempre que los árboles y las palmas son parte de la vida cotidiana de las comunidades rurales, pues de ellas se obtiene una gran variedad de productos y subproductos, como material de vivienda, vestido, combustible, fibra y alimento. Cuidemos nuestros bosques y selvas, si cortamos, reforestemos, porque todo en esta tierra es finito y mañana o en un año o en varios podemos acabar sin alimentos milenarios. Recuperemos el gusto por la comida tranquila, en rededor de la mesa y nuestros seres queridos; pues el alimento siempre es básico para la sobrevivencia de la especie humana.
Fotografías: http://bdi.conabio.gob.mx/fotoweb/
[1] Revista Cubana de Plantas Medicinales, Versión online ISSN 1028-4796; Rev. Cubana plantas medicinales, Vol.18 No. 1; Ciudad de la Habana, Ene-Marzo 2013.
Isis Samaniego (Rio Blanco, Veracruz, sept/77). Estudió la maestría en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma de Tlaxcala, y Artes y Administración en la Universidad Veracruzana. Es miembro fundador de Ediciones Ají y miembro del colectivo Adictos a la Poesía de Xalapa, Veracruz. Ha publicado cuento y poesía en diversos medios. Su último libro, Jacaranda, fue editado por el Instituto Tecnológico Autónomo de México. Colabora con la Comunidad Slow Food Guardianes de Sabores en Cholula.