Crónicas de mercado: naranja de ombligo

Por: Isis Samaniego

Durante este invierno comí muy pocas naranjas, no sé si tenga que ver que el frío me congela el ánimo, o si en realidad la depresión se deba a que no he visto a muchos de mis amigos desde el año recién ido. La pandemia del Covid ha representado para muchos, como yo, una vuelta de tuerca en la historia del mundo. Sabíamos por los libros de la peste negra, la gripa española y otras pandemias que vaciaron a muchos países, murieron millones de personas,  y así con tal holocausto.  Dio inicio la investigación de las vacunas y algunos manuales de convivencia y limpieza pues los médicos de esa época se dieron cuenta de la importancia del aseo en la gente para obtener salud y frenar las enfermedades.

¡Mmm ahora entiendo todo! Recordé que mi abuela, recién amanecía, solía picar fruta para el desayuno, te mandaba a lavar los dientes y la cara, y una vez ya despejado te mandaba por el pan. El desayuno no era de mi agrado, pues uno recién levantado no tiene ganas de comer, ¿o sí? Pero no fruta. ¡Ups! Bueno, reconozco que a mí no me gustaba desayunar tan temprano. En esta temporada invernal en la casa había mucha naranja de distintas variedades. Ya les he contado que el solar de mi abuela era una huerta enorme, o se me hacía enorme – con ocho años aún no diferencias qué es lo grande de lo enorme- pero bueno, el lugar era gigantesco para mí. De todas las variedades de cítricos mi favorita era la naranja de ombligo, ésta es una naranja deliciosa que tiene una bolita al final de sus redondeces, se me figura como un apéndice, algo que quiere crecer pero no tiene hacia dónde y ahí se queda como un bulto incrustado en el cuerpo circular de la naranja.

La vitamina C es muy importante en esta época, pues a partir del otoño las alergias están a la orden del día o también de la noche. A mi regularmente al dormir los pies se me enfrían en demasía y tengo que ponerme doble calceta, porque si no, cuando amanece, mis oídos y garganta están irritados.

Un día le pregunté a mi madre que de dónde venían las naranjas. Como buen niño se me daba preguntar y hacer conjeturas de pronto bobas, pero al pasar el tiempo muchas de ellas han dado en el clavo. Recuerdo que mi madre sólo atinó a decir: “Vienen de la china”, y siguió caminando como cualquier cosa. Yo seguí preguntando si en China había niños, y ella me dijo que no, que no había niños preguntones y que lo único que había en la China eran dragones y naranjas. Ese día llegué a casa y me tumbé sobre la cama, agarré mi lápiz, mi cuaderno cuadriculado y dibujé dragones; tenía cinco años y toda una vida para dibujar y escribir…

Y resulta, mis queridos lectores, que efectivamente por chanza o por pura casualidad mi jefa le atinó. Se dice que las naranjas son oriundas de los países asiáticos, entre China y un lugar ya desaparecido que era la Conchinchina (hoy Vietnam) y  Japón. Entre los mexicanos, irte a la China es equiparable a que te manden al diablo, pero si tu abuela te manda a la Conchinchina eso quiere decir muy muy lejos. Y eso sí que es verdad, pues este lugar, aunque suene a cotorreo, existió hace mucho tiempo; el nombre es un topónimo formado por dos palabras Cochin y China. Los portugueses denominaban Cochin a la India, y cuando llegaron los franceses agregaron China para referirse a los lugares que había entre estos países, o sea la Conchinchine, que los españoles castellanizaron y cambiaron la E por la A para terminar en Conchinchina. Bueno, seguimos con un poco más de historia; también se dice que los españoles ya conocían las naranjas por el intercambio que hubo con los árabes, y éstos árabes conocían los cítricos por la expansión del Islam en el siglo VIII, donde su imperio se extendió hasta el Asia central; sin embargo, a la llegada de los españoles aquí en América se encuentran también con frutas parecidas, así lo narra Don Alfonso de la Mota y Escobar: “tienen buenas frutas de la tierra; de chicozapotes, mameyes y los mejores plátanos que hay en esta tierra. Hay de esto del agro, gran cantidad e bueno, extremadas naranjas e grandes, llenas y copiosas de zumo, las más son de agro (ácida) otras agridulces…”. Referido en el libro de Historia Natural y Moral de las Indias; año de 1590.

La naranja de ombligo, según algunos historiadores, fue encontrada en el Brasil en el XIX. No hay certeza de si este cítrico fue traído por los portugueses o por los españoles, – pues hay una naranja parecida en estos países que se conoce como naranja de las azores – o si este jugoso cítrico sea oriundo de América. Recordemos que los hispanos al llegar a Veracruz narran frutas para ellos símiles a las conocidas en España; lo que sí sabemos con certeza es que los gringos la conocen en Brasil, y para no variar y perder la costumbre, la patentan y hoy día en Estados Unidos se le conoce como Washington Navel. Es una naranja que se originó a partir de una mutación, (sabemos que el gran hermano suele modificar tanto frutas como verduras en su afán de globalizar nombres y sabores).

Hablemos del naranjo (Citrus Sinensis), árbol perteneciente a la familia de las auranciáceas y tribu de las citreas, cuyo género más importante es el Citrus, que comprende todas las especies frutales que se conocen generalmente con la denominación de agrios. Todas ellas comparten los siguientes caracteres: árboles de tronco recto, corteza gris verdosa lisa y delgada, raíz principal napiforme con ramificaciones irregulares, tienen hojas alternas y enteras y sus flores son hermafroditas, las cuales van del color blanco al rosado, son muy olorosas, con cáliz  y la corolas acopadas, estas flores se agrupan formando corimbos; el fruto tiene hesperidio dividido en 7 o 12 gajos, revestidos por fino endocarpio, repletos de zumo, la corteza del fruto cubre el epicarpio y el mesocarpio, éste es más o menos adherente a los gajos, según la variedad; el mesocarpio es blanco esponjoso y de espesor variable. El epicarpio es de color amarillo provisto de numerosas vesículas glandulosas llenas de aceite esencial, sin embargo, no sólo el fruto tiene esencia, también la corteza del tronco, ramas, hojas y flor

Y resulta, mis queridos lectores, que efectivamente por chanza o por pura casualidad mi jefa le atinó. Se dice que las naranjas son oriundas de los países asiáticos, entre China y un lugar ya desaparecido que era la Conchinchina (hoy Vietnam) y  Japón. Entre los mexicanos, irte a la China es equiparable a que te manden al diablo, pero si tu abuela te manda a la Conchinchina eso quiere decir muy muy lejos. Y eso sí que es verdad, pues este lugar, aunque suene a cotorreo, existió hace mucho tiempo; el nombre es un topónimo formado por dos palabras Cochin y China. Los portugueses denominaban Cochin a la India, y cuando llegaron los franceses agregaron China para referirse a los lugares que había entre estos países, o sea la Conchinchine, que los españoles castellanizaron y cambiaron la E por la A para terminar en Conchinchina. Bueno, seguimos con un poco más de historia; también se dice que los españoles ya conocían las naranjas por el intercambio que hubo con los árabes, y éstos árabes conocían los cítricos por la expansión del Islam en el siglo VIII, donde su imperio se extendió hasta el Asia central; sin embargo, a la llegada de los españoles aquí en América se encuentran también con frutas parecidas, así lo narra Don Alfonso de la Mota y Escobar: “tienen buenas frutas de la tierra; de chicozapotes, mameyes y los mejores plátanos que hay en esta tierra. Hay de esto del agro, gran cantidad e bueno, extremadas naranjas e grandes, llenas y copiosas de zumo, las más son de agro (ácida) otras agridulces…”. Referido en el libro de Historia Natural y Moral de las Indias; año de 1590.

La naranja de ombligo, según algunos historiadores, fue encontrada en el Brasil en el XIX. No hay certeza de si este cítrico fue traído por los portugueses o por los españoles, – pues hay una naranja parecida en estos países que se conoce como naranja de las azores – o si este jugoso cítrico sea oriundo de América. Recordemos que los hispanos al llegar a Veracruz narran frutas para ellos símiles a las conocidas en España; lo que sí sabemos con certeza es que los gringos la conocen en Brasil, y para no variar y perder la costumbre, la patentan y hoy día en Estados Unidos se le conoce como Washington Navel. Es una naranja que se originó a partir de una mutación, (sabemos que el gran hermano suele modificar tanto frutas como verduras en su afán de globalizar nombres y sabores).

Hablemos del naranjo (Citrus Sinensis), árbol perteneciente a la familia de las auranciáceas y tribu de las citreas, cuyo género más importante es el Citrus, que comprende todas las especies frutales que se conocen generalmente con la denominación de agrios. Todas ellas comparten los siguientes caracteres: árboles de tronco recto, corteza gris verdosa lisa y delgada, raíz principal napiforme con ramificaciones irregulares, tienen hojas alternas y enteras y sus flores son hermafroditas, las cuales van del color blanco al rosado, son muy olorosas, con cáliz  y la corolas acopadas, estas flores se agrupan formando corimbos; el fruto tiene hesperidio dividido en 7 o 12 gajos, revestidos por fino endocarpio, repletos de zumo, la corteza del fruto cubre el epicarpio y el mesocarpio, éste es más o menos adherente a los gajos, según la variedad; el mesocarpio es blanco esponjoso y de espesor variable. El epicarpio es de color amarillo provisto de numerosas vesículas glandulosas llenas de aceite esencial, sin embargo, no sólo el fruto tiene esencia, también la corteza del tronco, ramas, hojas y flores contienen glándulas secretoras de aceite.

El género Citrus comprende numerosas especies  que han sido objeto de clasificaciones diversas:
1.- Naranjos dulces (Citrus Sinensis,L.)
2.- Naranjos amargos (C. Amara)
3.- Limonero (C. LImonum var. Limetta)
4.- Limoneros (c. Limonium)
5.- Cidratero (C. medica). 

Esta era una clasificación que nos dejó Joseph Antoine Risso ( 1777-1845), que fue un apasionado estudioso de la historia natural y de los cítricos, aunque hoy día ha crecido esta clasificación por todas las mutaciones e híbridos que se han ido creando a lo largo y ancho del planeta.

La naranja nos aporta muchos beneficios a la salud, especialmente el aporte de vitamina C, que ayuda a estimular el sistema inmunológico humano, previene enfermedades del corazón y ayuda en la cicatrización de heridas y en la absorción de hierro; contiene antioxidantes como el beta-caroteno que ayuda a prevenir el daño celular, además de que nos proporcionan fibra que ayuda al proceso digestivo y mejora el nivel del colesterol en el cuerpo… Y bueno ¿qué les puedo decir de mi fruto favorito? ¡Es riquísimo! Sobre todo si lo consumimos en jugo. Trate de tomarlo al momento, aunque es mejor degustarlo entero, con todo y pulpa o en gajos ¡Coma naranja en invierno y tendrá una piel espectacular en primavera! ¡Hasta la próxima mis queridos lectores!

Fotografías: portada I Stock, foto 1 citricas.com, foto 2 I Stock y foto 3 3 frutas-hortalizas.com

Isis Samaniego (Rio Blanco, Veracruz, sept/77). Estudió la maestría en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma de Tlaxcala, y Artes y Administración en la Universidad Veracruzana. Es miembro fundador de Ediciones Ají y miembro del colectivo Adictos a la Poesía de Xalapa, Veracruz. Ha publicado cuento y poesía en diversos medios. Su último libro, Jacaranda, fue editado por el Instituto Tecnológico Autónomo de México. Colabora con la Comunidad Slow Food  Guardianes de Sabores en Cholula.